Escritura Azteca

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domingo, 13 de marzo de 2016

Muestras del maltrato a los indígenas en El arpa y la Sombra de Alejo Carpentier y “Muerte Infernal” de Bartolomé de las Casas

No está de más decir que los indios siempre fueron maltratados y considerados como personas inferiores debido a su desconocimiento en cuanto a la cultura occidental. En el texto “Muerte Infernal” de Bartolomé de las Casas, se aprecia cómo usaban a los indios para la búsqueda de perlas, se los llevaban a alta mar enviados junto con un verdugo, quien era a su vez una especie de castigador, pues le amarraban al cuello una cuerda con el fin de que no se pudieran escapar. Una vez amarados los lanzaban a la búsqueda de las perlas, muchas veces eran agredidos por resistirse al maltrato. Eso lo hacían desde la mañana hasta el anochecer, algunos morían en el trayecto, pues algunos no tenían fuerzas suficientes para estar sumergidos por largos periodos de tiempo bajo el agua, debido a la falta de suministros alimenticios y otros, simplemente, porque eran devorados por las bestias marinas que se encontraban en las profundidades del mar. Morían de una manera trágica, sin fe, ni sacramentos, los blancos dejaban a un lado los principios y la moral, acrecentando los deseos de avaricia y poder. Cabe destacar que este es un tema que no se aleja de la realidad en la que actualmente vivimos, aunque ya no directamente con los indios, pero si con las personas de escasos recursos y poca formación académica, se aprovechan de ellos, olvidando que, en la mayoría de los casos son personas nobles y con toda la buena voluntad de ayudar al prójimo.
En el texto de Carpentier El arpa y la sombra (1978),  específicamente, en el capítulo “La mano”, se nota con más énfasis la esclavización hacia los indios. Colón inicia con ellos un tráfico ilegal de esclavos, sin importarle nada se llevaban a los hombres, mujeres y niños para que se dedicaran al cultivo y a la ganadería, para ese trabajo fueron muchos los indios que se llevaron a España. Por otra parte, Colón en sus ansias de poder y gloria se embarcaba con ellos en sus expediciones para que les mostraran el camino a donde tenían las reservas de oro, los tenían engañados:
Pero ahora, luego de reconocer un tanto la costa de esta Cuba,             había que seguir adelante en busca del Oro. De los siete indios que habíamos capturado en la isla primera, dos se nos habían fugado. Y a los que nos quedaban tenía engañados (seguían los embustes) negando que tuviese intenciones de llevarlos a España para mostrarlos en la Corte, sino asegurándoles que los devolvería a su tierra, con muy buenos regalos, en cuanto hallase alguna cantidad importante de oro. (Carpentier, p. 54)

Los mantenían borrachos dándoles vinos para que se les “aflojara” la lengua y de esa manera les dijeran dónde se encontraban las reservas de oro. Colón sentía rabia al notar que los indios lo tenían confundido y no le decían el paradero de las minas de oro:

Y ahora, estos cabrones indios que no hacían sino desorientarme: los de la  Española, acaso por alejarme de sus minas de oro.me decían siempre que más allá, que más lejos, que lejos pero no tan lejos, que —”caliente, caliente, caliente”, como en el juego de la candelita...— casi estaba a punto de llegar, incitándome a proseguir la navegación; los indios que llevábamos presos, en cambio, seguramente por temor de alejarse demasiado de sus isletas, me decían que siguiendo tales consejos llegaría a tierras pobladas de caníbales que tenían un ojo solo en cabeza de perros —monstruos que se sustentaban de sangre y carne humana. Pero, con todas esas, quedábame yo sin saber del inmenso tesoro que buscaba. (Carpentier, p. 56)


El maltrato que se refleja hacia los indios en la obra de Carpentier, se hace más intenso, no solo físico sino que también son agredidos verbalmente:


Y cuando los indios se hubieron arrodillado ante Sus Majestades, gimientes y llorosos tiritantes y atarantados (pidiendo que los libraran del cautiverio en que yo los tenia aherrojados, y que los devolvieran a sus  tierras, aunque yo explicara que estaban emocionados y temblorosos de felicidad por verse prosternados ante el trono de España), entraron algunos marinos míos, trayendo pieles de serpientes y de lagartos de tamaño desconocido acá, además de ramas, hojas secas, vegetaciones marchitas, las cuales mostré como ejemplo de especias valiosas, aunque nadie tuviese ojos para mirarlas, tan fijos estaban en los indios postrados — que seguían llorando y gimiendo— y sus papagayos verdes, que, sobre la real alfombra carmesí empezaban a vomitar el mucho morapio tragado. (Carpentier, pág. 60)


Estos engaños y maltratos, realizados por Colón y su gente no tuvieron otra finalidad más que el de poseer bienes, riquezas, poder y gloria y llegar a ser recordado como el hombre que navegó hasta lograr su objetivo. Una vez más queda demostrado que no importaba lo que hicieran con los indios, siempre y cuando obtuvieran su propio beneficio.


Finalmente, Carpentier en su novela nos presenta un Colón que aun estando en su lecho de muerte no siente arrepentimiento de nada, de lo único que se lamenta es de no haber alcanzado la fama ni el reconocimiento tal como él lo deseaba.
Colmenares Oriana 

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